Desde Xátiva, por http://ximocorts.blogspot.com.es/
A menudo, hay noticias a que me recuerdan el pasado esplendoroso de nuestra ciudad. Días atrás, ponemos por caso, se publicaron en todas las primeras planas el posible descubrimiento de la Batalla de Anghiari, un fresco perdido de Leonardo da Vinci que muchos sospechaban escondido en un muro del Salón de los Quinientos, del Palazzo Vecchio de Florencia. Las prospecciones del investigador italiano Maurizio Seracini podrían haber encontrado, en el mencionado salón, bajo una pintura posterior de Giorgio Vasari, restos de la obra desaparecida.
A menudo, hay noticias a que me recuerdan el pasado esplendoroso de nuestra ciudad. Días atrás, ponemos por caso, se publicaron en todas las primeras planas el posible descubrimiento de la Batalla de Anghiari, un fresco perdido de Leonardo da Vinci que muchos sospechaban escondido en un muro del Salón de los Quinientos, del Palazzo Vecchio de Florencia. Las prospecciones del investigador italiano Maurizio Seracini podrían haber encontrado, en el mencionado salón, bajo una pintura posterior de Giorgio Vasari, restos de la obra desaparecida.
«Què tiene que ver esto con Xàtiva?», se preguntarán ustedes. El nexo de unión entre Xàtiva y Florencia es el pintor Fernando Yáñez de Almedina. Este artista, nacido en La Mancha (Almedina, Ciudad Real), viajó a Italia. Fue discípulo de Leonardo, con quien colaboró en la ejecución del gran fresco. Así lo testimonia la documentación relativa a los pagos: fiorini 5 de oro paghati a Ferrando Spagnolo, dipintore. Yáñez rebién también influencias de Filippino Lippi, lo cual implicaría la estancia a Roma antes de marchar a Florencia. Al volver de Italia, el artista manchego trabajó en tierras valencianas. (A primeros del siglo XVI, las relaciones entre Italia y Valencia eran muy estrechas; aún reinaba el papa Alejandro VI.)
Otra noticia que conmocionó a los amantes del arte fue la restauración de la Gioconda del Prado. Un estudio minucioso, con técnicas mucho más avanzadas, ha permitido establecer que el original de París y la réplica madrileña fueron ejecutadas simultáneamente. Es más: la retirada de un fondo negro, posiblemente añadido durante el siglo XVIII, ha descubierto en la réplica un paisaje muy semejante al pintado por Leonardo en la Gioconda que custodia el Louvre. ¿Cuál discípulo pintó la copia mientras el maestro retrataba la dama Lisa Gherardini? Los estudiosos han peleado diferentes nombres: Andrea Salai, Francesco Melzi... Como las obras conservadas de estos artistas son escasas y mal documentadas, y presentan pocas similitudes estilísticas con el cuadro del Prado, surge de nuevo la figura de Fernando Yáñez de Almedina. Muchos especialistas (Pietro Marani, Alessandro Vezzosi) han puesto de relieve las innegables pisadas renacentistas presentes en su obra. El artista conoció perfectamente la pintura italiana de finales del quattrocento.
En 2007, todos los visitantes de Lux Mundi, exposición de la Fundación de La Luz de las Imágenes celebrada en nuestra ciudad, tuvieron ocasión de admirar varias pinturas de Fernando Yáñez de Almedina: un San Entierro cedido por la catedral de Valencia, varias piezas de un retablo dedicado a San Miguel Arcángel, propiedad de la iglesia de Santa María la Mayor de Ayora, y un Cristo camino del Calvario procedente de una colección privada. Eran especialmente bellísimas las piezas cedidas por la iglesia parroquial de Ayora, sobretodo Nuestra Señora del Socorro y San Gabriel. En ambas eran evidentes las influencias del maestro Leonardo da Vinci. Yáñez decoró, con otro pintor castellano, Fernando Llanos, las puertas del retablo mayor de la seo valentina. En fin, el Museo del Prado conserva la obra maestra de Yáñez, una Santa Catalina de resonancias también italianas.
Diferentes investigadores han documentado la estancia del artista manchego en Xàtiva y su cercanias. Se sabe, por ejemplo, que pintó para la colegiata un Juicio Final, desaparecido durante la Guerra Civil. No sería extraño, pues, que el pintor hubiese pisado nuestras plazas y nuestros calles. Otros personajes admiraran el esplendor de nuestra ciudad. Ludovico Ariosto, autor del Orlando Furioso, escribí estos endecasílabos: E lo dì che da Valenza si partiro / ad albergaré a Zattiva veniro. / Y patroni a veder strade e palazzi / ne vanno, e lochi publici e divini (El día que Valencia dejaran, / hacia un albergue de Xàtiva marcharan. / Vías, palacios, quisieran ver los cabezas, / y otros espacios, tanto públicos como sagrados). No sé si finalmente se atribuirá a Yáñez la autoría de la Gioconda del Prado. Pero yo he redescubierto sus magníficas pinturas (Santa Catalina, Nuestra Señora del Socorro, San Gabriel). Como dicen los italianos, se non è vero, è bien trovato. A partir de ahora, miraré las obras del artista manchego con otros ojos. Una cosa es segura: la copia de la Mona Lisa ha pasado a ser un nuevo icono.