martes, 29 de abril de 2014

Los mensajes ocultos en el retablo de la Catedral de Valencia (de Yáñez de Almedina y Llanos)

La pintura de los Hernandos, discípulos de Leonardo Da Vinci, contiene imágenes que los historiadores no pueden explicar.
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La restauración del retablo de Los Hernandos, nombre con el que se conoce a los pintores Fernando Yáñez de Almedina y Fernando de Los Llanos, permitió conocer las interioridades de una obra que para Jaime Sancho, conservador del Patrimonio Artístico de la Catedral de Valencia, es una de las joyas de la seo. “El retablo del altar mayor es una de las tres cosas que la Catedral de Valencia nunca presta, junto al Santo Cáliz y los dos Goyas. De hecho, en los últimos 20 años las pinturas y el retablo sólo se han podido contemplar durante un breve lapso de tiempo en el Museo de Bellas Artes de Valencia, justo después de su restauración”, explica.
Los Hernandos eran discípulos de Leonardo da VinciYánez de Almedina y De Los Llanos llegaron a la Valencia del siglo XVI con sus nuevas ideas procedentes de la Italia renacentista. Su aclimatación no fue inmediata y al igual que le sucedió a Paolo de San Leocadio y Francesco Pagano, autores de los frescos de la bóveda de la Catedral, al principio tuvieron que enfrentarse a los recelos de las autoridades locales. Pero, a diferencia de sus compañeros, su obra fue bien recibida casi de seguido.
Yañez 02Así lo relata el historiador José Gómez­ Frechina, responsable junto al fallecido Fernando Benito de la exposición que se celebró en el Museo San Pío V tras la restauración de las pinturas, y autor de Los Hernandos, que fue publicado en 2011 por la editorial Imbiasa. “Antes de contratarles el cabildo de la Catedral les pidió que realizaran el retablo de los Santos Cosme y Damián, un retablo pequeño”, que se encuentra pendiente de restaurar desde la Guerra Civil.
Su trabajo gustó, tanto que el cabildo de la Catedral les contrató para una obra de más envergadura, el retablo del altar mayor. Tal y como escribe María Gómez en el estudio realizado tras la restauración de 1998 que coordinó Manuel Marzal, “la realización del retablo se reguló mediante un contrato con fecha de 1 de marzo de 1507, en el que se estipularon los materiales a utilizar”. Plazos, pagos… Todo quedó por escrito. “El retablo es al dictado de lo que les mandan”, dice Gómez Frechina; “se marca si tienen que haber ángeles bajando, las escenas…”.
yañez 03Pero los Hernandos tenían personalidad y quisieron dejar su impronta. En pequeños detalles, en hechos puntuales, en la representación de determinadas escenas. Y fueron estos detalles los que marcaron la diferencia. Eran ideas ‘narrativas’ que traían de Italia.
“La tesis que teníamos el difunto Benito y yo”, señala Gómez Frechina, “es que De Los Llanos era el discípulo de Leonardo [Da Vinci] porque, entre otras cosas, sabía pintar al óleo. Copia los modelos de su maestro de manera muy evidente. Yáñez de Almedina es más creativo“, puntualiza. Una completa revisión de las imágenes les llevó a dilucidar, por ejemplo, que al menos uno de ellos había estado en Roma, además de Florencia.
yañez 04yañez 05Fueron los embajadores pues del Renacimiento en España. De hecho, Gómez-Frechina no tiene reparos en calificar al retablo como uno de los mejores ejemplos de esta corriente artística en nuestro país. “Trajeron el Renacimiento de primerísima mano”, apunta. Y no sólo fue una cuestión de estilo. También de contenidos. Para la representación iconográfica incorporaron imágenes extraídas de los evangelios apócrifos, textos que emplearon como los pintores medievales hicieron conLa Leyenda dorada, la obra del beato y obispo de Génova Santiago de la Vorágine que alimentó iconográficamente la mayor parte de las pinturas de la Edad Media.
Un aspecto llamativo es la presencia de un libro escondido bajo la almohada de la Virgen María en la escena de la Asunción. Algunos historiadores como Sancho creen que hace mención precisamente al evangelio apócrifo de Santiago, libro en el que se relata esta escena. “Apócrifo quiere decir escondido; por eso el libro está escondido”, explica Sancho. Otros no lo tienen tan claro. En cualquier caso es una imagen única. Así lo cree Gómez Frechina quien asegura que no hay una explicación fácil para este detalle. “Es algo que no lo he visto en ningún otro sitio”, constata.
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No es la única referencia a este evangelio. En la escena de la presentación de la Virgen al templo, los Hernandos mostraron a dos caballeros discutiendo.  “Según el protoevangelio de Santiago”,relata Sancho, “estos dos hombres serían pretendientes de María. Ella sube la escalera y el caballero la reclama para sí, pero el sacerdote levanta la mano como diciendo ‘Ah, esto es un misterio’”.
Más aportaciones de los Hernandos. En la escena de la presentación de Jesús en el templo, san José le está realizando una confidencia a San Joaquín. No hay referencia literaria en esta ocasión. Es “una anécdota que pusieron ellos”, dice Sancho. Inventaron. Crearon. En otras ocasiones, copiaron. Así, en el abrazo de la puerta dorada hay una figura que se está quitando una espina, en alusión a que la Virgen quita el pecado del mundo, y un cordero atado en el suelo. “Es un modelo romano; yo he visto uno idéntico en una escultura del Hermitage de San Petersburgo”, explica Sancho. “Me sorprendió tanto que la fotografíe”.
La misma construcción y dibujo de las pinturas se articuló siguiendo estrictos modelos geométricos. “Eran unos pintores que tienen un completo sentido de la perspectiva y les gustaba realzarlo”, dice Gómez Frechina. Con circunstancias curiosas. La Ascensión de Cristo, por ejemplo, se estructura en torno a dos triángulos que semejan una estrella de David. Similar estructura se repite en la escena del abrazo de San Joaquín a Santa Ana.
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Con todo, el perfeccionismo de los Hernandos no fue completo y se pueden percibir determinados fallos de raccord. Por ejemplo, la Virgen tiene una cara diferente en cada una de las escenas. San José pasa de ser un joven con pelo a un anciano en otras escenas. También se pueden percibir algunos préstamos. “La Adoración de los Reyes es, por ejemplo, idéntica a la Adoración de los Reyes de Leonardo pero vista al revés”, indica Sancho. Un juego de espejos que habría hecho las delicias del propio Da Vinci.
Las puertas del retablo mayor son “una obra maestra”, dice Gómez Frechina. Terminadas en el año 1510, guardaban un retablo de plata que fue fundido en 1812 para acuñar moneda en la guerra contra Napoleón Bonaparte. Se utilizaban pues para proteger un tesoro. El paso de los años y los misterios que lo rodean y que nunca se podrán resolver, han hecho que el retablo sea hoy el tesoro, una de las joyas de la Catedral que nunca sale de la seo. “Nos lo han solicitado recientemente pero el retablo ya está expuesto”, apostilla Sancho.
Por Carlos Aimeur

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